miércoles, 5 de noviembre de 2008

Marcos Ana

Sus ojos de mirada serena.Tiene el semblante como si por el no hubieran pasado los 88 años que su documentación declara. de movimientos ágiles, mejor no hablarle de movimiento, eso si le produjo dolor y a pesar de todo no busca revancha. No puedo hablar del poeta sin hablar del hombre. No le puedo ver libre sin sus barrotes. No lo entiendo vivo sin sus condenas a muerte. ¡Y tan sereno! han paso muchos años desde entonces, pero 23 años de cárcel, por lejanos que te los pinte, son muchos años solo por defender tus ideas y no busca revancha. Cuesta creer que ya no hay pesadillas de esos amaneceres de pelotón. Esas madrugadas que buscaban la víctima y no llamaban a su puerta. vivir cada día el último día.
No hay amargura y no es de estrañar; también conoció a Picasso y a Neruda y compartió cárcel con Miguel Hernandez. Poeta entre rejas, embajador de los oprimidos en el destierro, memoria viva en el regreso. Memoria serena. Memoria de los olvidos y amnesias. Memoria conciliadora.
Lo vi sonreír como un niño contando historias o quise yo ver la sonrisa inocente. también la pícara. Una vida que me cuesta reconocer desde mi vida. Recuerdos de relatos familiares olvidados renacen en mi cabeza, pero yo tampoco estoy por resucitar fantasmas y memorias de revanchas.
Bien hallado Marcos Ana. Tarde pero eternamente hallado.